martes, 22 de febrero de 2011

Lovely Venus y Luli Tuna: Un amor de cuento


Venus - Neptuno

Liviana en cada paso, casi como levitando sobre la hierba bajo sus pies, Lovely Venus avanzaba por la selva. Absorta por la belleza de aquel lugar, rápidamente olvido hacia donde se dirigía. A Luli Tuna este territorio pertenecía y bajo su hipnosis Lovely caminaba, el sonido de la brisa sobre las hojas junto al vuelo de coloridos insectos la eclipsaban.

Sus ojos en movimiento circular, como queriendo absorber cada detalle de aquel lugar, un paraíso sin igual. Continuó avanzando, acelerando su paso, como guiada por la fuerza de quien conoce el camino, para sumergirse de lleno en su ineludible destino.

El follaje fue cediendo hasta llegar a un extenso y cristalino espejo de agua. Era un lago enorme de bordes difusos. Las hojas de cientos de sauces llorones rozaban las aguas y casi no podían distinguirse sus costas rodeadas de una espesa bruma. Todo parecía brillar, cada pequeño rayo de luz infiltrado hacia resplandecer este encantado pantano.

Miro a su derecha, de inmediato diviso un pequeño botecito de madera, segundos más tarde estaba en su interior navegando hacia las profundidades del lago.

El bote avanzaba abriéndose paso entre los lirios y Lovely con sus manos en el agua corazones dibujaba, mientras las extraordinarias criaturas nadaban entre sus dedos, escondiéndose entre las plantas acuáticas, miles de pececitos con Venus jugaban. Ella solo con amor soñaba.

Casi adormecida, tumbada sobre el borde de aquel bote, continuaba observando el fondo de aquel lugar cuando, de repente… ¡Algo la hizo saltar!

Había visto un pez, pero no cualquier pez, el pez más increíblemente hermoso que alguien haya visto jamás. El brillo de sus escamas generaba un juego de luces sobre su dorado original que permitía ver en su lomo todas las combinaciones posibles de colores. Sus aletas grandes y espesas se movían rápidamente y sus ojos, sus ojos tenían una mirada profunda, intensa, absolutamente irresistible. Lovely estaba cautivada y sin pensarlo dos veces se arrojo al lago para seguir aquella maravillosa criatura.

Rodeada de una columna de burbujas Lovely casi no podía ver nada a su alrededor, pasaron unos instantes hasta que pudo divisar otra vez frente a ella aquellos ojos intensos, se trataba de Luli Tuna, aquel hermoso pez quien ahora desplegaba sus aletas invitándola a subirse a su lomo. Una vez allí, Luli tomo velocidad y comenzó a conducirla por las profundidades del lago. Lovely estaba feliz, aquel lugar no podía ser más perfecto. Lleno de flores de las variedades más increíbles coronadas por plantas de un verde fluorescente, cardúmenes de peces y pequeñas criaturas conviviendo en perfecta armonía.

Juntos desafiaron todas las leyes del universo. Vivieron la eternidad de un sueño, amor perfecto y húmedo, tan confuso como ver debajo del agua, tan irreal como poder respirar en ella sin ser pez. Flotando sus cabellos entremezclados, jugando inocentes, riendo entre colores vivieron su amor de cuento.

Sin embargo, algo sucedió. Las corrientes subacuáticas se hicieron más y más fuertes y Lovely ya no pudo sostenerse de las aletas de su amado pez cayendo de espaldas en el espiral que le arrebataría su sueño.

De inmediato Luli regreso por ella perdiéndose en la locura de las aguas.

Girando con fuerza a su alrededor comenzó un remolino ascendente de tal magnitud que terminó por dejar a Lovely envuelta totalmente en las capas de seda de su propio vestido convirtiéndola en un enorme capullo.

Abrió los ojos al tiempo que desenvolvía su cuerpo. Recostada aún sobre la orilla del rio, levantó su mirada buscando nuevamente aquel maravilloso pez. Entre la espesa bruma, sus ojos lo buscaron una y otra vez pero no apareció. No quedaron rastros de el bello Luli, tan solo ahora podía ver un bagre, un horrible y gigantesco bagre de largos bigotes y cuerpo grisáceo que surcaba con pesadez el lago.

“Este amor es mío. Siempre va a existir, como un secreto ya no tuyo, ya solo mío. Por suerte a veces me olvido… y una gota te trae de vuelta con tanta más fuerza cuando distraída me pongo del perfume que no quería destapar, el que te concentra eterna en mi.

…De golpe me encuentro más lejos que nunca, como si estuviese obligada a repetir no alcanzarte. Un sueño lejano, ya no claro, se desvanece entre las aguas mientras pasan los años.”

Lovely Venus se alejó de allí. Sus pasos se hicieron presurosos avanzando otra vez entre la selva. A lo lejos podía verse su figura recortarse en la luz del atardecer. Una mariposa en su pelo agitaba sus alas, no sería la última vez.

Su amor de ensueño eterno, de esos que parten sin nosotros, despegan autónomos mientras seguimos caminando entre la selva pensándonos reales.

Amor de cuento.

¡Feliz día de los enamorados!

Porque el amor es siempre nuestro mejor cuento.

Por Lucila Grün junto a Pocket Planets

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